Un nuevo día en París, comemos unos croissants recién hechos en una panadería cercana al apartamento, nos abastecimos de snacks para la Mími Viajera y partimos.
Recorrimos el barrio de Montparnasse, vimos su enorme torre desde la calle y seguimos andando hasta llegar a nuestra primera parada oficial del día:
Jardines y Palacio de Luxemburgo
Impecables, elegantes, con rincones de postal, y con un playground ENORME, privado y debes pagar un par de euros para entrar, pero la verdad está muy bien.
Llegamos a los Jardines de Luxemburgo y Mími pudo correr, subirse y bajarse de bancos y atracciones, uno de los momentos que más disfrutó del viaje.
Inesperadamente, comenzó una lluvia súper fuerte que nos hizo correr a refugiarnos en un café ubicado junto al playgound, como todo en París, nada barato, tal vez la crepe más cara que nos hayamos comido en la vida, pero la verdad no apetecía nada correr bajo la tormenta.
Campos Elíseos
Después de la clásica perdida que no puede faltar en cada viaje, nos bajamos del autobús que iba en la dirección errada y tomamos el correcto para llegar hasta el comienzo de los Campos Elíseos.
Recorrimos la avenida, entramos a un par de tiendas atestadas de turistas hasta decidir que no valía la pena, seguimos caminando y a pesar de que el sol ya brillaba de nuevo, vino una caída de granizo repentino que nos hizo a mi y a todos los turistas a mi alrededor entrar en un ataque de risa general.
Era ridículo, corrimos al Mc Donalds más cercano, ese lugar que hay por todas partes para para protegerse de la lluvia cuando estás por la calle.
Arco del Triunfo
La lluvia paró, caminamos hasta el Arco del Triunfo, indecisos entre subir o no. Repentinamente nos volvimos unos turistas más y nos miramos sonriendo cuando apareció un chofer de Tuk Tuk que se ofreció a darnos un paseo hasta nuestro lugar de hospedaje.
Cuando viajas, a veces es liberador dejarte llevar un poco, parar de contar euros y decir sí. Ese fue ese momento “rebelde” del viaje y supo muy muy bien.
Nos bajamos en la Torre Eiffel, caminamos todavía con la sonrisa en los labios por los jardines del Campo de Marte, y llegamos a nuestro apartamento parisino.
Hasta el otro día 😉
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