Como parte del programa del Travel Bloggers Meeting, participamos en una excursión a los alrededores de Plasencia.
Salimos bien temprano a encontrarnos con un grupo muy simpático y una colaboradora muy atenta que nos lleva hasta la vecina comarca de La Vera.
La primer parada: Garganta la Olla, un bonito pueblo que se encuentra a los pies de la Sierra de Tormantos, que es como una extensión de la Sierra de Gredos.
Abundan las gargantas naturales en la zona, hecho que le da el nombre. Las más populares: Garganta Mayor y Garganta de San Blas. Esta vez no las visitamos, pero me quedé con las ganas, así que tenemos que volver!
No siendo afectadas por guerras y conflictos pasados, las casas antiquísimas de Garganta la Olla se encuentran de pie, en buenas condiciones y en su mayoría habitadas.
Es un lugar tranquilo y pintoresco donde puedes parar, perderte por sus callecitas, tomar un café juntos a los locales y seguir en tu recorrido por la zona.
Volvemos al autobús, nos dirigimos al municipio vecino, Cuacos de Yuste, para visitar su atracción más conocida: El Monasterio de Yuste.
Originalmente, este monasterio pertenecía a la Orden de San Jerónimo, y su palacio, acogió al rey Carlos I de España hasta el día de su muerte.
No se permitía fotografiar el interior del monasterio, así que dejé la cámara en la recepción. Lo cual fue una mala idea más tarde porque no pude fotografiar los bonitos patios internos y jardines, donde sí se permitían fotos.
De vuelta a Plasencia, nos hicieron un regalo que me encantó, y que saboreo todas las semanas en los huevos revueltos del desayuno: Pimentón de la Vera!
Delicioso, de esta tierra, un producto con Denominación de Origen que se cultiva y procesa aquí. Tienen tres variedades: dulce, agridulce y picante. Me encanta.
Ya en el centro de Plasencia, nos esperaba una cata de vinos con tapas locales, de las cuales destaco la morcilla patatera, un embutido de cerdo con patata y pimentón delicioso.
De los vinos no me pregunten nada, en este punto habíamos llegado al límite de paciencia de una muy bien portada Mími Viajera, así que mientras todos tomaban y comían, nosotras salimos a darle varias vueltas a la cuadra.
Así nos despedimos de Plasencia…
Al día siguiente, de vuelta a casa, disfrutamos un camino distinto al de ida, esta vez nos fuimos a través de Castelo Branco.
Me emociona cuando regreso a Portugal, y me sorprende, nunca me imaginé volver a sentir otro país como mi hogar.
Las vistas de los prados portugueses en primavera, invitan a seguir viajando, y a recorrer este país enterito, esa es nuestra meta.